
Aparte del clima económico que nos circunda, varias razones explican esta situación, pero me atrevo a destacar tres de ellas:
- Un buen número de franquicias llegan ahora al mercado sin la adecuada preparación, ni el fondo económico apropiado.
- Abunda en exceso la estrategia de primar el crecimiento del número de unidades. No es necesario abrir nuevas franquicias si el perfil y el lugar no son plenamente adecuados.
- Proliferan los franquiciados que una vez abierto el negocio esperan que el franquiciador haga la mayor parte del trabajo de promoción y marketing, tanto del producto como del establecimiento.
En este contexto, parece ampliamente aceptado que por término medio en una cadena hay un 20% de franquiciados muy satisfechos, un 60% se conforman –con porcentajes variables entre favorables y críticos- y un 20% que no están nada satisfechos y que, a la postre, acaparan el 80% de los esfuerzos del franquiciador.
Pero volviendo al principio, todo parece indicar que el diferencial de riesgo entre franquiciados e independientes se ha reducido drásticamente en los últimos años.