
El valor añadido de una franquicia no sólo radica en el producto o servicio que comercializa. Ese algo más puede tratarse de un programa de formación unico, la forma de comercializarlo, o de unas campañas de marketing muy especiales, una decoración fuera de lo común o, simplemente, de la enorme fuerza de la marca.
Se suele decir que una pizza es sólo una pizza, pero, ¿por qué uno se la compra en un sitio en lugar de otro?
Hoy en día no es suficiente la singularidad del producto, sino que cuenta todo lo demás, como ocurre entre el consumidor y la marca. En el proceso de contratación de un franquiciado pasa lo mismo: la capacidad de seducción no debe descansar solo en el propio negocio en sí, sino en todo lo que por extensión afecta a la experiencia del candidato en su contacto con la franquicia.