miércoles, 26 de agosto de 2009

La franquicia no es una plaga

La opinión de las personas acerca de las franquicias no siempre es positiva, pero hace unos días topé con una aseveración que ya me parece excesiva.

“…. los cascos históricos de las ciudades se están convirtiendo en clones. Los teatros, cines, tiendas y edificios hístóricos del centro están dado paso a esa plaga de nuestro tiempo: las franquicias.”

Hombre, yo me pregunto qué hay de malo en que en una ciudad se sitúen los mejores comercios sea cual sea su procedencia. De hecho en los años cincuenta del pasado siglo quien empezó el proceso de clonar los centros históricos de las ciudades españolas fue El Corte Inglés y nadie le ponía reparos, al contrario, era toda una bendición.

Solo faltaría que una ciudad perdiera su idiosincrasia por culpa de unas cuantas franquicias. Si así fuere, ¿qué poca personalidad tendría esa ciudad? Que las franquicias ocupan casi siempre los lugares más privilegiados es cierto, pero no es menos cierto que la presencia de las franquicias ha espoleado la creatividad de comerciantes, hoteleros, restauradores, etc. Al menos en Barcelona eso es un hecho y en los últimos treinta años la variedad de la oferta comercial de la ciudad ha crecido notablemente.

En la mayoría de los casos, las franquicias son iniciativas privadas que, si salen mal, no le han costado un duro al personal. Sin embargo, los megalómanos proyectos de regeneración urbanística de las ciudades se suelen pagar con el dinero de todos y al final unicamente benefician a unos cuantos.

Total, que calificar de plaga a las franquicias se me antoja gratuito y demagógico. Como siempre, hay buenas iniciativas empresariales que funcionan y perduran en el tiempo y otras no. Pero eso también les puede pasar a las franquicias.

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